Abd Víctor (Abdahad Jerjo Toma) nació en 1959, en Hassake, una pequeña población al noroeste de Siria, muy cercana a Irak y Turquía, de donde procedía su familia, armenios cristianos, de origen arameo, que habían tenido que huir de las persecuciones turcas.
Destacó desde muy niño en el dibujo, realizando numerosas copias de estampas religiosas, que llamaron la atención de sus profesores, que favorecieron su vocación, hasta el punto que a los catorce años, en 1974, realizó su primera exposición en su ciudad natal, auspiciada por el Ministerio de Cultura (Al Markas al Zakafi).
Sobre la razón de su temprana dedicación a la pintura, alguna vez ha respondido: “Tal vez porque había cosas que no las podía tener materialmente y en cambio las poseía plasmándolas en mis lienzos”. Y alude a un antecedente familiar, “Mi abuelo paterno, que era turco, pintaba. Queda constancia de su obra, casi siempre de temas religiosos en algunas iglesias del sur de Turquía” (1).
No es extraño que una de las primeras dedicaciones artísticas de Abd Víctor fuera la copia de estampas religiosas y que, alguna vez, aceptara dibujar algún tema religiosos, tan alejado de su obra característica. De su abuelo materno recuerda que “era una enciclopedia de contar cuentos”, de donde proceden tal vez algunas de las historias que Abd Víctor nos ha contado en sus lienzos. Su padre, Víctor, era carpintero y trabajaba primorosamente la madera (2).
En el Centro Cultural de Hassake, como hemos dicho, presentó sus primeros cuadros. Era un exposición colectiva y tuvo que esforzarse mucho para poder participar junto a pintores de más edad. Pero la pintura era su pasión, pese a la falta de tradición pictórica en su país, que le hacía desconocer los más elementos rudimentarios del oficio y tener que aprender por sí mismo, sin maestros. “Lo primero que hice fue pintar en una sábana sin preparar. Cogí óleo y empecé a pintar. Fue una experiencia fantástica porque veía que el color se quedaba como algo mu y rígido, que el pincel no andaba bien sobre la tela. Nací en una zona del mundo donde no hay nada que se pueda llamar arte en el sentido tradicional del término. Y empecé a descubrir todo por mi cuenta”. (3).
En Hassake colgó quince acaruelas en formato grande, diez óleos y algunos apuntes a lápiz. Algunas de sus obras, como hemos apuntado, las copiaba de estampas conocidad, como la del cuadro de Murillo de los niños comiendo uvas, aunque el joven pintor variaba los colores y les daba un toque más realista. “Desde los cuatro años lo más importante para mi había sido pintar. Al principio me gustaba destacar como niño pintor entre el grupo” (3)
Notas:
1) José Luis Ercilla: "La original obra de un pintor sirio", Heraldo del Lunes, Zaragoza, 30-IX-1985.
2) Alfonso Zapater: "El pintor que llegó de Siria para inventar un lenguaje propio", Heraldo de Aragón, 13-VIII-1989.
3) Mariano García: "Víctor Abd". Quinta Galería. Semanal Heraldo de Aragón, nº 333, 3-II-1989.
Notas:
1) José Luis Ercilla: "La original obra de un pintor sirio", Heraldo del Lunes, Zaragoza, 30-IX-1985.
2) Alfonso Zapater: "El pintor que llegó de Siria para inventar un lenguaje propio", Heraldo de Aragón, 13-VIII-1989.
3) Mariano García: "Víctor Abd". Quinta Galería. Semanal Heraldo de Aragón, nº 333, 3-II-1989.
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