Dieciséis años puede ser mucho
tiempo. No para mí, pero la memoria de las personas puede tornarse frágil y
caprichosa. Ha concluido la exposición que ha devuelto la obra de Abd Víctor al
público y hemos de mostrarnos
satisfechos.
Satisfacción nuestra, de los que
le quisimos, y de aquellos que no le conocían, privados por su ausencia en las
salas de exposiciones, que han podido apreciar in situ la calidad y originalidad de sus obras.
Los tiempos han cambiado, en
todos los sentidos, y se nota. En estos dieciséis años transcurridos, desde la
exposición antológica en La
Lonja, el mundo, y Zaragoza con él, ha variado enormemente:
crisis, guerras e incluso mundiales de fútbol (perdón por la referencia). Sin
embargo, sus cuadros no han perdido un ápice de realidad, continúan teniendo
vigencia en la existencia que nos atosiga constantemente.
No menos fascinante ha sido
observar a niños de corta edad frente a los cuadros hablando de dragones,
gusanos y castillos conociendo y comprendiendo la obra de Abd Víctor mucho
mejor o en un sentido que al resto se nos escapa.
Durante éste mes he tenido el
privilegio (porque ha sido un privilegio para mí) de poder explicar al público
la vida y obra de mi padre, permitiéndoles así comprender unas pinturas
profundamente personales.
El agradecimiento de estas
personas se ha convertido en la mejor moneda con la que me podían pagar. Ahora
es el momento de manifestar nuestro agradecimiento. A todos aquellos que nos habéis
apoyado (no importa la manera en que fuera), a todos los que habéis permitido
que la obra de Abd Víctor vuelva del mundo de los sueños para ayudarnos a soñar
una vez más y a todos los que nos habéis honrado con vuestra presencia, no
puedo sino daros nuestro más sincero y afectuoso agradecimiento.
Habéis hecho feliz a un niño y
orgulloso a un hombre.
Fotografías: eugeniomateo.blogspot.com